lunes, 14 de marzo de 2016

RUMIANDO. LA MENTE QUE DA MIL VUELTAS



La rumiación es el hábito de reflexionar acerca de los acontecimientos de nuestra vida. Nuestra mente, a veces, o quizás muy a menudo, trabaja como si fuera un disco rayado, da vueltas y vueltas  sin parar sobre algo que pasó o que tememos que vaya a pasar; al final,  después de minutos u horas de dar vueltas al mismo tema, sin haber avanzado ni un sólo paso, terminamos agotados, infelices  e invadidos por la tristeza.  Estos sentimientos negativos dificultan  nuestra capacidad de vivir el presente y nublan nuestra mente, disminuyendo nuestras habilidades para afrontar lo que está ocurriendo.

Es adecuado realizar una cierta reflexión para aprender de lo sucedido, pero dar innumerables vueltas sobre lo que pasó o sobre lo que puede pasar, solo hace que estimulemos los pensamientos negativos, avivando la angustia una y mil veces. La rumiación se asocia a consecuencias negativas como la depresión, la ansiedad,  el atracón de comida, etc.

¿Cómo podemos dejar de dar vueltas?

Identificar cuándo, dónde y cómo empiezas a rumiar.  El hacerse consciente de las señales que disparan la rumiación favorece el poder reducir esos pensamientos repetitivos. Quizás tengamos un momento determinado del día en el que nos abandonamos a la rumiación, o  puede que la practiquemos en un lugar determinado o cuando tenemos alguna sensación física molesta. El analizar estas circunstancias favorece el control, porque una vez conocidos estos aspectos podemos cambiarlos. Si somos conscientes de que empezamos a rumiar cuando nos sentamos en el sofá tras la jornada laboral, podemos hacer algo distinto: salir a dar un paseo, poner música, quedar con unos amigos, etc. Nuestro objetivo es interrumpir el hábito y  para ello debemos encontrar actividades alternativas y repetirlas una y otra vez hasta que el hábito vaya desapareciendo. Tengamos paciencia, abandonar un hábito requiere tiempo  y constancia.

Practicar mindfulness. Cuando practicamos mindfulness aprendemos a ver y aceptar  nuestros pensamientos y nuestras emociones, sin necesidad de juzgarlos ni apegarnos a ellos; aprendemos que los pensamientos son sólo pensamientos pero no son la realidad; que todo es impermanente y que el único momento que tenemos disponible para vivir la vida es el momento presente. Cada vez que seas consciente de que tu mente está vagando, girando en torno a aquello que pasó, en torno al error que cometiste, invítala a que vuelva al aquí y ahora, hazte consciente de lo qué estás viendo en ese preciso momento, ¿qué hueles?,  ¿qué oyes?, ¿estás tocando algo?, ¿qué sensación te produce el tacto?, hazte consciente de los sabores que notas en tu paladar, mantén tu mente enfocada en el momento presente.

Dejar ir lo que no puedes controlar. Si puedes cambiar algo de esa situación a la que tanto tiempo le dedicas en tu mente, empieza a dar los pasos para cambiarla. Pueden ser pequeños pasos, no necesitas realizar todo de un golpe; pero si, por el contrario, no hay nada que puedas hacer para modificar la situación, acepta que las cosas son como son y deja que salga de tu mente.  Enfócate en el presente.

Establecer un horario para rumiar. Puedes darte permiso para rumiar un ratito, unos 15- 20 minutos, a una hora determinada cada día. Cuando te des cuenta de que tu cabeza quiere dar vueltas, la invitas a que espere al horario previamente establecido por ti. Hasta entonces enfoca tu mente en el presente.

No culparse. El rumiar es un hábito, para pararlo no es suficiente con decir ya no quiero rumiar más. Por muy decidido que estés a acabar con la rumiación, esta volverá en más ocasiones de las deseadas. No te culpes por ello, sé amable contigo, necesitas tiempo. Sé paciente y no abandones.

Realizar actividades placenteras. Introduce en tu día a día un tiempo para realizar alguna actividad que genere bienestar, que genere emociones y pensamientos agradables. El ejercicio físico es una de esas actividades; si tienes algún hobby practícalo; también puede ser  una conversación con amigos, o salir a dar un paseo por un parque cercano.  La rumiación facilita las emociones desagradables,  la apatía, el cansancio y la persona tiende a aislarse en su ensimismamiento. No dejes que esto ocurra, introduce momentos agradables en tu rutina diaria.

1 comentario:

  1. Hermoso artículo en verdad. No solo por el contenido, sino por su brevedad, claridad y propuestas para manejar la rumiación mental. Sin duda grades sugerencias a tener en mente.

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