lunes, 8 de febrero de 2016

MANEJANDO LA INCERTIDUMBRE





La incertidumbre es una margarita 
cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar
             
                                 Mario Vargas Llosa



Sentir miedo o ansiedad cuando afrontamos lo desconocido es algo que ocurre a todos los seres humanos en un momento u otro de la vida, también los animales lo sienten. Todos participamos de esas sensaciones de inquietud ante aquello que signifique cambio, duda, incertidumbre; ante aquello que suponemos amenaza nuestra seguridad y bienestar. Esta respuesta es la que nos ha servido como especie para sobrevivir y llegar hasta aquí.  

Hay personas que no toleran la incertidumbre y sus mentes están preocupadas todo el tiempo, imaginando, incluso inventando, los peores escenarios posibles, lo que les conduce a un estado de ansiedad y malestar constante.

La incertidumbre existe, forma parte de la vida y es conveniente que aprendamos a aceptarla. Si reflexionamos un poco, nos damos cuenta de que hay muy pocas cosas sobre las que podamos tener total seguridad, la mayor parte de la vida transcurre adaptándonos a lo que acontece que, en innumerables ocasiones, no tiene nada que ver  con lo que habíamos pensado que iba a suceder.


Para ir aumentando la tolerancia a la incertidumbre puedes practicar del siguiente modo:

Observa y reconoce la incertidumbre cuando aparezca en tu mente.

Para. No hagas nada. Proponte no reaccionar, ten la intención de no actuar como siempre. Únicamente has de pararte y respirar. Durante unos minutos lleva tu atención a la respiración.

Date cuenta de que es tu mente la que está hablando, no es la realidad. La mente habla sin parar, tenemos miles de pensamientos al día, esos pensamientos nos hablan según nuestros propios patrones, nuestros sesgos; en definitiva, según cómo nosotros entendemos el mundo, que no tiene nada que ver con la realidad. Intenta dar un pasito atrás y observar lo que ocurre en tu mente como si fueras un espectador viendo lo que ocurre en la pantalla del cine.

Deja partir los pensamientos o los sentimientos que te dicen que necesitas seguridad; al cabo de un tiempo se habrán ido. Puedes imaginar que tus pensamientos son como nubes en el cielo que se van alejando poco a poco.

Abre tus sentidos  al momento presente. Observa tu respiración, observa las sensaciones de la respiración en el cuerpo. Toma conciencia del apoyo de tus  pies en el suelo, nota cómo el planeta te sostiene. Abre bien los ojos y observa lo que ves,  lo que oyes, lo que hueles. Toma contacto con el momento presente con todos tus sentidos. Y poco a poco empieza a moverte, con suavidad hasta que lentamente te enfocas en lo que decidas hacer.



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