Casi toda la población, alguna vez en su vida, ha pasado una "noche en blanco".
Esta experiencia resulta desagradable, significa haber pasado una mala noche, pero
no constituye un problema que se tenga que afrontar.
Pues bien, la mayoría de estas
personas están muy preocupadas por su sueño, incluso, este se convierte en el
foco de atención casi las 24 horas del día. Desconocen que la causa de su mal dormir no está en la
noche sino en el día. A mis pacientes les comento "cada uno duerme tal y
cómo vive".
HÁBITOS DIURNOS INADECUADOS Y PRÁCTICAS PARA
SOLVENTARLOS
Hay formas de comportamiento durante el día que son una fuente continua de
estrés originando, cuando llega la noche, que la cabeza no pueda parar de dar vueltas. Llegas a la cama revolucionado, con una mezcla de ansiedad, frustración y preocupación
que dificulta tu capacidad de dormir.
Veamos algunos de ellos:
- Cuando estás realizando una tarea, ¿tienes
tu mente en las otras que tienes pendientes? Está demostrado que somos más
eficientes si realizamos las tareas de una en una. Algo bastante lógico, si utilizamos
todas nuestras capacidades para el desarrollo de nuestro cometido específico de
este momento, en comparación con utilizar sólo una parte de ellas, la
eficiencia aumenta y la posibilidad de error disminuye; por lo tanto, céntrate, decide
qué vas a hacer en este preciso momento y olvida el resto. Cuando acabes,
escoge otra de las tareas. La práctica de mindfulness te ayuda a enfocar, a dirigir
tu atención a lo que está sucediendo en este preciso instante y liberarte de la carga de las cosas pendientes...ya las harás en su debido momento.
- Cuando te hablan ¿tienes tu cabeza
en otro lugar? El no prestar atención a lo que te dicen, además de originar
posibles dificultades, malentendidos, etc, mermando tus posibilidades, es
también una forma de no ver más allá de
ti mismo. Cuando sólo estás pendiente de ti, te desconectas de la realidad y te
aíslas del mundo, sesgas la percepción de lo que ocurre. Al no ver, oír lo que
sucede alrededor, al no interesarte por el exterior, al no tener referencias,
al no contrastar con otros, no hay nada que te ayude a relativizar, no hay nada
que te ayude a poner los pies en el suelo, por lo que tu percepción se
distorsiona aún más, aumentando tu tensión y malestar. El antídoto es bien
sencillo, abre tu mente al exterior, a los otros; es otra forma de dirigir tu
mente a la realidad y no a las fantasías que la mente se inventa. Es una forma
de aprender, de salir de tus propios esquemas.
- ¿Te descubres dándole vuelta a la
misma idea una y otra vez? La mente es una fábrica de pensamientos y puedes que
tengas el hábito de dejar que ella dé vueltas a un tema, una y otra vez, día y
noche sin parar. Te conviene saber que ese tipo de actividad mental nunca
ofrece una solución a lo que te preocupa, es más, aporta mayor sufrimiento,
tensión e intranquilidad sin resolver nada. Es necesario que aprendas a
despegarte de ese hábito. Para ello, precisas estar atento a tu mente y cada
vez que la descubras enredada en esa idea, invitarla a que se enfoque en la
respiración. Esto requiere constancia, no es difícil, aunque sí toma un tiempo.
Aprendiendo a sacar a tu mente de este círculo de sufrimiento y zozobra, tu
forma de vivir el día se hará más plácida y tu mente no te asaltará en el
silencio de la noche.
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