A veces, ocurre porque la persona conserva grabada
en el sótano de la mente una experiencia negativa-desagradable que tuvo en la
infancia y, en la actualidad, resurge el temor cuando está ante una situación
que su mente determina que es similar a la de su infancia (de pequeño los
compañeros de colegio se reían de él /ella); en otros casos no sabemos cómo se
originó (fobias a las serpientes); puede que el miedo lo viva en el trabajo ( miedo a no realizar la
tarea de forma óptima, miedo a ser despedido), etc. La mente puede imaginar mil
situaciones peligrosas posibles y despertar así la emoción del miedo.
Cuando aparezca el miedo puedes afrontarlo
de este modo:
Reconoce lo que estás
sintiendo. Puedes
decirte "en este momento siento miedo", "ahora estoy atemorizado".
Cuando reconoces lo que estás sintiendo estás estableciendo una pequeña línea
de separación entre el miedo y tú. Estás estableciendo un espacio de libertad,
ya no necesitas reaccionar como otras veces, ahora puedes pararte, respirar y
hacerte amigo de tu miedo.
Acepta lo que estás
sintiendo. Observa
como un investigador curioso las sensaciones que tienes. No luches contra
ellas. Acepta que sudas, que tu corazón late muy deprisa, etc. No intentes
sentir otra cosa distinta a la que estás sintiendo.
Sé amable y
benevolente contigo. Sigue
respirando observa que es tu mente la
que está inventando escenarios difíciles y peligrosos. Tienes una emoción
difícil, te sientes mal, no te juzgues ni te critiques por ello, y dirige de
nuevo tu atención a la respiración.
Sabes que pasará, no
te olvides.
Todo es impermanente en la vida, todo pasa; los buenos y los malos momentos. No
te olvides de ello cuando estés sintiendo miedo. El miedo también pasa, se
queda contigo y después se va. Permite que venga y vaya sin sumergirte en él.
Obsérvalo como un nubarrón que pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario