martes, 4 de agosto de 2015

MINDFULNESS Y LAS EMOCIONES DIFÍCILES

Todos los seres humanos experimentamos momentos en los que "la vida nos sonríe", en los que sentimos que las cosas van bien, estamos contentos, animados, y una emoción de alegría brota dentro de nosotros.

También vivimos momentos en los que parece que nada sale bien, nos sentimos enfadados e irritables, en otros podemos sentirnos ansiosos, culpables, con remordimientos. En esos tiempos de dificultad, nuestras sensaciones, pensamientos y emociones quedan teñidas por el displacer; nos resultan desagradables y nuestra primera reacción es no querer sentir lo que sentimos. Pretendemos evitar el dolor, escapar de él, deseamos que pronto se acaben esas sensaciones tan molestas  y comenzamos, sin apenas ser conscientes de ello, una batalla mental: "¿Y por qué a mí?" "¿Otra vez esto?" "¿Y cuándo se va a acabar?" "No aguanto más". Nos peleamos porque las cosas no son cómo nos gustarían que fueran, llegando, en ocasiones, a buscar confort en la comida, el juego, el alcohol. Y cuanto más hacemos por evitar o escapar,  más vamos agravando nuestra situación.

Las cosas son como son, esta es una máxima que ya he comentado en este blog en alguna otra ocasión; y cuanto más tiempo tardemos en aceptar lo que ocurre más tiempo tardaremos en encontrar la calma y, muy probablemente,  más dolor estaremos añadiendo a la situación.

Podemos utilizar Mindfulness en estas situaciones difíciles y aumentar nuestra fortaleza interna. Y ¿cómo se hace? Mirando hacia lo que nos está ocurriendo con amabilidad, con ternura, en vez de intentar mirar hacia otro lado:

Para.
Cuando percibas que te sientes mal, párate, deja lo que estés haciendo, no sigas hablando y céntrate en ti. Toma unas cuantas respiraciones profundas, permite que tu cuerpo se vaya destensando poco a poco y respira naturalmente por espacio de un minuto o dos.

Identifica la emoción que hay en ti.
Lleva tu mirada amable hacia lo que estás sintiendo, sin juicios ni críticas. Permítete descubrir la emoción que te embarga. Puedes empezar por decirte que estás sintiendo una emoción desagradable, sigue respirando a tu propio ritmo, sin forzar. Y mira con una mente abierta hacia tu emoción hasta que la identifiques. Llámala por su nombre, " tristeza", "cólera", etc.

Acepta.
Acepta lo que encuentres. No necesitas negar, rechazar, sobreponerte a lo que sientes. No se trata de hacerte el fuerte ante ti mismo, ni culpabilizarte por aquello que sientes que supones no deberías sentir. Es estar con tu emoción , sea la que sea, tal y como estarías con tu mejor amigo si te estuviera confiando que se siente como te estás sintiendo tú en ese momento. Cuando aceptas lo que encuentras, una sensación de calma interna se hace presente. Empiezas a tomar conciencia de que tu emoción no eres tú, tienes miedo, furia, tristeza, pero no eres el miedo, ni la furia ni la tristeza. El miedo está en ti en ese momento, es la emoción que sientes pero no eres tú. Cuando tomas conciencia de tu emoción de esta forma, empiezas a separarte un poco de la emoción, se establece un pequeño espacio entre la emoción y tú. Ese espacio es fuente de calma.

Investiga.
Desde la calma que surge cuando aceptas la emoción presente en ti, puedes intentar investigar un poco qué hay por debajo de esa emoción. A veces debajo de la ira hay miedo, debajo de la ansiedad hay inseguridad...Investiga sin exigirte nada. Quizás encuentres algunas causas de tu sufrimiento, quizás encuentres algún elemento que puedas modificar. Respira, atiende tu emoción e investigación con enorme cariño, con enorme amabilidad, con dulzura.

Y ya puedes continuar con tu actividad. Este proceso puede tomarte 10-15 minutos o incluso menos. Es importante que recuerdes que muchos de nuestros sentimientos tienen su causa en percepciones erróneas, en la interpretación que hacemos de lo que ocurre y no  en lo que realmente está ocurriendo.

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