Uno de los aspectos importantes
para vivir en armonía es la aceptación. Aceptar que las cosas son como son; aceptemos
que lo que está ocurriendo en este instante tiene su cualidad, a veces pensamos que es bueno y otras que es malo, pero
en la realidad simplemente es.
Aceptemos además que lo que es, es
ahora; al minuto siguiente puede ser de otra manera. Aceptemos, pues, la
impermanencia de las cosas, de los seres vivos, de las emociones, de los
sentimientos, de los pensamientos.
A menudo nos resistimos a lo que nos toca vivir. La resistencia interna se
experimenta como negatividad. Esta puede alcanzar distintos niveles, desde un
simple estado de ánimo triste hasta una depresión severa, desde una leve
irritación hasta un estado de cólera.
Cuando nos identificamos con estas emociones negativas no podemos ver lo
positivo que nos rodea, perdemos una parte de la realidad.
Quizá ha llegado el momento de
decidir que no quieres seguir experimentando ese tipo de energías; es el
momento de liberarte de ese cristal oscuro que tiñe de gris tus experiencias
cotidianas. Puedes intentarlo de esta
forma: cuando surja en ti, a causa de un incidente externo o de algo interno,
esa sensación difícil, ablándate, derrítete; deja de ser árbol para metamorfosearte
en junco.
Cuando algo nos irrita
habitualmente nos ponemos tensos, queremos que aquello que nos provoca el
malestar acabe cuanto antes, centramos nuestra atención en lo que está
ocurriendo y amplificamos su repercusión en nosotros, quizá a ti te pase: cuando
estás en el cine el ruido del vecino que come palomitas no te deja disfrutar de
la película; con cada palomita aumenta tu crispación, te pones rígido, ya no
tienes oído para lo que ocurre en la pantalla y cada nuevo bocado es un
martillazo en tu cabeza. El ruido que
origina el comedor de palomitas es mucho más suave que el ruido que tu cabeza
ha creado. Así que es el momento de practicar, imagina que te conviertes en
algo muy blando, ya no ofreces resistencia, el ruido te atraviesa y tú puedes conservar
tu armonía.
Después de practicar varias veces
con acontecimientos de poca entidad, puedes ampliar tu práctica y abordar circunstancias
más difíciles.
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