Casi la mayoría de los días y casi la mayoría de nosotros tenemos una
agenda difícil de cumplir. Entre los horarios laborales, las obligaciones
familiares y muchos "tendría que..." pasamos el día corriendo de un
lado para otro. Con esa excitación que se prolonga a lo largo de todo el día,
lograr un sueño reparador es prácticamente una tarea imposible.
Cuando un coche circula a 150 Km/h necesita mucho más tiempo y mucha más
carretera para frenar que uno que circula a 90 Km/h. Nosotros, que vamos
quemando motores a lo largo del día, pretendemos frenar en un segundo, queremos
estar parados en cuanto decidimos meternos en la cama y así nos va....
Una buena forma de aprender a reducir nuestra propia velocidad interna es
practicar varias veces al día, aunque sea por muy poco tiempo, unas cuantas
respiraciones siendo plenamente conscientes y estando plenamente atentos a
nuestra propia respiración. Qué mejor momento que aprovechar el tiempo de los
semáforos en rojo, para bajar nuestras manos del volante, apoyarlas en nuestros
muslos, respirar tranquilamente prestando atención a nuestra respiración y
abrir bien los ojos para ver lo que ocurre delante de nosotros, sin emitir juicios,
observando la vida en movimiento.
Así pues, a partir de ahora, cada vez que se ponga un semáforo en ámbar,
en vez de intentar pasarlo a toda velocidad, frenemos y aprovechemos ese tiempo
para estar plenamente atentos. A partir de ahora podremos decirnos
interiormente ¡Qué bien, un semáforo en rojo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario