viernes, 29 de noviembre de 2013

¡Qué bien, un semáforo en rojo!

Casi la mayoría de los días y casi la mayoría de nosotros tenemos una agenda difícil de cumplir. Entre los horarios laborales, las obligaciones familiares y muchos "tendría que..." pasamos el día corriendo de un lado para otro. Con esa excitación que se prolonga a lo largo de todo el día, lograr un sueño reparador es prácticamente una tarea imposible.

Cuando un coche circula a 150 Km/h necesita mucho más tiempo y mucha más carretera para frenar que uno que circula a 90 Km/h. Nosotros, que vamos quemando motores a lo largo del día, pretendemos frenar en un segundo, queremos estar parados en cuanto decidimos meternos en la cama y así nos va....

Una buena forma de aprender a reducir nuestra propia velocidad interna es practicar varias veces al día, aunque sea por muy poco tiempo, unas cuantas respiraciones siendo plenamente conscientes y estando plenamente atentos a nuestra propia respiración. Qué mejor momento que aprovechar el tiempo de los semáforos en rojo, para bajar nuestras manos del volante, apoyarlas en nuestros muslos, respirar tranquilamente prestando atención a nuestra respiración y abrir bien los ojos para ver lo que ocurre delante de nosotros, sin emitir juicios, observando la vida en movimiento.


Así pues, a partir de ahora, cada vez que se ponga un semáforo en ámbar, en vez de intentar pasarlo a toda velocidad, frenemos y aprovechemos ese tiempo para estar plenamente atentos. A partir de ahora podremos decirnos interiormente ¡Qué bien, un semáforo en rojo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario