martes, 11 de agosto de 2015

MITOS ACERCA DE LA MEDITACIÓN

La meditación es una práctica milenaria cada vez más extendida en el mundo occidental.

Muchos son ya los estudios científicos que avalan los beneficios que reporta, pero aún hoy existen creencias que nos impiden acercarnos a ella. He aquí algunas de estos mitos:

La meditación es una práctica religiosa.  La meditación tiene sus raíces en el budismo y la filosofía hindú, pero prácticamente todas las grandes religiones tienen entre sus rituales alguna modalidad  que podemos considerar es una práctica meditativa, como los cantos gregorianos en la católica.  Ahora bien, la meditación es una actividad que puede realizar cualquier persona, incluso un niño, sea de la religión que sea, sea ateo o agnóstico. Cuando meditamos vamos al encuentro de nosotros mismos, de la joya que hay escondida en nuestro interior; ese diamante tiene vida propia independientemente de cualquier ideología o creencia. Según el Dalai Lama, la meditación es la transformación de la mente. No se trata de religión.

Es aburrida. A simple vista es una actividad menos estimulante que la charla con los amigos o la participación en una fiesta. Si aceptamos meditar poco a poco iremos observando cómo un mundo nuevo se va abriendo ante nosotros, un mundo que nos dota de calma, mayor comprensión y más empatía; nos va liberando de los contenidos mentales que nos aprisionan. Este proceso se convierte en un camino apasionante hacia la libertad interior.

Necesita tiempo y espacio. Esta idea es cierta, pero no es tan exigente como pensamos. Como cualquier cosa que queramos aprender necesita de tiempo y práctica; la meditación formal requiere de un tiempo y un lugar específicos. Tomar 20-25 minutos de tu tiempo para meditar no es demasiado y podrás observar como en realidad ganas tiempo; la práctica regular aporta grandes cotas de calma y claridad mental, te ayuda a gestionar mejor tu tiempo y a ser más eficiente. Ahora bien cualquier tiempo que dediques por corto que sea es beneficioso, cualquier situación y lugar son adecuados para meditar. 

Puedes centrar la atención en tu respiración cuando subes en un ascensor, cuando esperas en la cola para pagar en el supermercado, puedes practicarla en la ducha centrando tu atención en las sensaciones del agua cayendo en tu cuerpo, los aromas del gel, la temperatura del agua. Cualquier espacio de tiempo que te brindes para centrar tu atención es un espacio de tiempo dedicado a mejorar tu salud física y mental.

Puede ser muy inconfortable. Nos imaginamos que tenemos que ponernos en la posición del loto y permanecer inmóviles. Hay corrientes, como el budismo zen, que lo practican de esta forma y son algo rígidos en este aspecto. No tenemos por qué hacerlo así, es verdad que es preferible adoptar una determinada postura con la espalda erguida para favorecer la circulación de la energía y para evitar adormecerse, pero cada persona ha de encontrar la postura en que le sea más fácil centrar la atención, bien sentado en una silla, o tumbado o caminando. Lo importante es meditar, no la posición en la que lo hagamos.

Requiere años para obtener resultados. Hay estudios que muestran que 8 semanas de práctica pueden activar tu cerebro provocando cambios medibles en áreas del cerebro asociadas con la empatía, la memoria y el sentido de uno mismo. En este tiempo ya se notan resultados como la disminución de la ansiedad y el estrés. Los participantes se sienten mejor no sólo porque pasan tiempo en calma sino porque se producen cambios en el cerebro que sustentan ese bienestar.

Es dejar la mente vacía. No; esto es uno de los mitos que producen que muchas personas abandonen la práctica. La meditación es regular la atención, llevarla a un determinado lugar: la respiración, las sensaciones . Nuestra mente es una "máquina de fabricar pensamientos", así que cuando estamos meditando nuestra mente saldrá a pasear e hilará pensamiento tras pensamiento; cuando tomemos conciencia de que nuestra mente se ha ido, con amabilidad y sin juicios la invitamos a que vuelva al lugar que le habíamos previamente indicado ( la respiración, los sonidos, etc). No se trata de luchar contra nuestros pensamientos, no se trata de intentar dejar la mente en blanco, se trata de ser consciente de lo que está ocurriendo momento a momento y cuando la mente se va, con ternura volver a dirigir nuestra atención al punto que deseamos. Es ser conscientes de la experiencia del momento. 

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