La meditación es una práctica milenaria cada vez más extendida en el
mundo occidental.
Muchos son ya los estudios científicos que avalan los beneficios que
reporta, pero aún hoy existen creencias que nos impiden acercarnos a ella. He
aquí algunas de estos mitos:
La meditación es una práctica religiosa. La meditación tiene sus raíces en el budismo y la filosofía hindú,
pero prácticamente todas las grandes religiones tienen entre sus rituales alguna
modalidad que podemos considerar es una
práctica meditativa, como los cantos gregorianos en la católica. Ahora bien, la meditación es una actividad
que puede realizar cualquier persona, incluso un niño, sea de la religión que
sea, sea ateo o agnóstico. Cuando meditamos vamos al encuentro de nosotros
mismos, de la joya que hay escondida en nuestro interior; ese diamante tiene
vida propia independientemente de cualquier ideología o creencia. Según el
Dalai Lama, la meditación es la transformación de la mente. No se trata de
religión.
Es aburrida. A simple vista es una actividad menos estimulante que la charla con
los amigos o la participación en una fiesta. Si aceptamos meditar poco a poco
iremos observando cómo un mundo nuevo se va abriendo ante nosotros, un mundo
que nos dota de calma, mayor comprensión y más empatía; nos va liberando de los
contenidos mentales que nos aprisionan. Este proceso se convierte en un camino
apasionante hacia la libertad interior.
Necesita tiempo y espacio. Esta idea es cierta, pero no es
tan exigente como pensamos. Como cualquier cosa que queramos aprender necesita
de tiempo y práctica; la meditación formal requiere de un tiempo y un lugar específicos.
Tomar 20-25 minutos de tu tiempo para meditar no es demasiado y podrás observar
como en realidad ganas tiempo; la práctica regular aporta grandes cotas de
calma y claridad mental, te ayuda a gestionar mejor tu tiempo y a ser más
eficiente. Ahora bien cualquier tiempo que dediques por corto que sea es
beneficioso, cualquier situación y lugar son adecuados para meditar.
Puedes
centrar la atención en tu respiración cuando subes en un ascensor, cuando
esperas en la cola para pagar en el supermercado, puedes practicarla en la
ducha centrando tu atención en las sensaciones del agua cayendo en tu cuerpo,
los aromas del gel, la temperatura del agua. Cualquier espacio de tiempo que te
brindes para centrar tu atención es un espacio de tiempo dedicado a mejorar tu
salud física y mental.
Requiere años para obtener resultados. Hay estudios que muestran que 8
semanas de práctica pueden activar tu cerebro provocando cambios medibles en
áreas del cerebro asociadas con la empatía, la memoria y el sentido de uno
mismo. En este tiempo ya se notan resultados como la disminución de la ansiedad
y el estrés. Los participantes se sienten mejor no sólo porque pasan tiempo en
calma sino porque se producen cambios en el cerebro que sustentan ese
bienestar.
Es dejar la mente vacía. No; esto es uno de los mitos que
producen que muchas personas abandonen la práctica. La meditación es regular la
atención, llevarla a un determinado lugar: la respiración, las sensaciones .
Nuestra mente es una "máquina de fabricar pensamientos", así que cuando
estamos meditando nuestra mente saldrá a pasear e hilará pensamiento tras
pensamiento; cuando tomemos conciencia de que nuestra mente se ha ido, con
amabilidad y sin juicios la invitamos a que vuelva al lugar que le habíamos
previamente indicado ( la respiración, los sonidos, etc). No se trata de luchar
contra nuestros pensamientos, no se trata de intentar dejar la mente en blanco,
se trata de ser consciente de lo que está ocurriendo momento a momento y cuando
la mente se va, con ternura volver a dirigir nuestra atención al punto que
deseamos. Es ser conscientes de la experiencia del momento.
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