Si practicamos la observación de nosotros mismos, enseguida podemos darnos
cuenta de que, salvo en alguna situación excepcional, habitualmente y de forma
automática, queremos que aquello que nos gusta dure eternamente y aquello que
no nos gusta desaparezca de nuestras vidas para siempre.
Desde pequeños entramos en contacto con la idea de la permanencia como
bien preciado y alcanzable. Hay cuentos en los que se nos habla de que los
enamorados fueron felices para siempre, de que el héroe encuentra a la doncella
y la revive para siempre, o que incluso
es capaz de matar al monstruo y liberar a su pueblo de los peligros para
siempre, etc, etc. Esta idea es muy
romántica pero totalmente irreal.
La impermanencia es la realidad. La impermanencia es inevitable. Todo
cambia, nada dura para siempre. Nada es eterno, ni lo más simple ni lo más
complejo.
Cuando pensamos en que nada permanece podemos sentirnos tristes, incluso
sentirnos bloqueados por el miedo a la pérdida; quizá lo más adecuado es
aceptar que las cosas son como son y no dar muchas vueltas en torno a estos
pensamientos. Es más, podemos utilizar esta verdad en los momentos en los que
nos sentimos desanimados y atascados; saber que la tristeza o el atasco que
estamos experimentando terminarán, que no van a durar eternamente, nos da fuerzas
para poder experimentar el dolor sin sumirnos en un estado de desánimo.
Ser conscientes de la impermanencia es ser conscientes de que las
cosas agradables que estamos viviendo cambiarán algún día y también lo harán
las cosas desagradables. ¡Qué liberación, lo que nos desagradada
no es eterno, se irá algún día!
Y podemos avanzar un poco más; podemos utilizar esta sabiduría para
disfrutar cada segundo de aquello que nos toca vivir; esta toma de conciencia
nos ayuda a establecer prioridades, nos anima a aprovechar cada momento de
nuestras vidas y apartar de nosotros todas aquellas actividades, actitudes
ineficaces con las que podemos estar distraídos.
Saber que las cosas cambian, que lo que hoy tenemos no es lo que
mañana tendremos, nos alienta a vivir con total atención, a apreciar el sinfín
de cosas maravillosas que estamos viviendo en este preciso momento y que con
total seguridad habrán de cambiar. Si quieres realizar algo, si quieres
expresar algún sentimiento bello a tu ser querido, decide hacerlo ahora, en
este preciso momento, en este momento maravillosos de tu vida.
Todos tendremos momentos malos y buenos en la vida. Vendrán y se irán,
y vendrán otros y también pasarán. Este es tu gran momento, no lo desperdicies,
aprovéchalo al máximo...no dejes para mañana lo que puedes vivir hoy con total
atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario