Nuestra mente "produce" pensamientos sin cesar.
Se calcula que tenemos 60.000 pensamientos al día. La mayoría de estos
pensamientos se refieren al pasado y al futuro produciéndonos tristeza,
desasosiego o ansiedad.
Practicando Mindfulness aprendemos a experimentar el
presente con más intensidad liberándonos de la carga del pasado que ya no es o
del futuro que ni siquiera sabemos si será. Despojándonos de esa carga podemos
conectar con nuestro centro y experimentar la belleza de vivir en armonía, tal
y como nos relata este cuento tibetano:
Había un maestro que parecía obsesionado con una sola idea. Cada vez que tenía contacto con sus alumnos, les repetía la misma palabra:
- Vaciaos, vaciaos.
Tanto insistía el maestro con esta cuestión, que sus alumnos comenzaron, secretamente, a cuestionar esta enseñanza. No veían en ella ningún sentido. Un día, respetuosamente, le dijeron:
- Maestro, no queremos
poner en duda tus enseñanzas, pero... ¿podrías decirnos por qué pones tanto
énfasis en que nos vaciemos?
- Cuestionar para
aprender e investigar es una buena práctica. Pero no puedo responderos con una
respuesta llana a vuestra pregunta. Pero les solicito que mañana os reunáis
conmigo en el santuario, trayendo cada uno un vaso repleto de agua.
Los discípulos, asombrados e incluso un poco incrédulos, siguieron las instrucciones.
- Ahora vais a hacer algo
muy simple. Golpead el vaso con las cucharas. Quiero escuchar el sonido que
producen. Los alumnos golpearon los vasos. No brotó más que un sonido sordo,
apagado, sin gracia.
Entonces el maestro ordenó:
-
Ahora, vaciad los vasos
y golpeadlos nuevamente.
Así lo hicieron los monjes. Una vez que los vasos estuvieron vacíos, volvieron a golpearlos con las cucharas. Surgió un sonido intenso, vivo, sin dudas más musical.
Los monjes intuían la enseñanza:
- Así como un vaso lleno
no emite sonidos agradables, una mente atiborrada de contenido jamás puede
brillar.
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